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Exceso de optimismo: ¿elemento de crecimiento personal o sistema de negación?

En los últimos años, con la creciente ola del pensamiento positivo, se ha visto una tendencia creciente en el uso de frases como “sólo buena energía”, “sé feliz”, “sé positivo”, “enfócate en lo bueno”. El optimismo busca centrarse solo en lo que es considerado “bueno” y en mantenerse a flote a pesar de los obstáculos. Existen estudios que demuestran que cultivar gratitud y pasar algunos minutos del día dando gracias por lo que tenemos contribuye a tener una mejor calidad de vida y a cultivar el hábito de reconocer lo bueno que tenemos en el presente, además de apreciar el camino que hemos recorrido (Watkins. et al, 2003). Esto está claro, y cualquiera que lo practique podrá darse cuenta de su beneficio. Sin embargo, el problema aparece cuando la sociedad nos empieza a imponer mantener una postura excesivamente optimista ante TODO en la vida. Perdiste tus ahorros en un negocio, se muere un familiar, pierdes tu trabajo, tienes conflicto con tus amigos, ¿cómo puede alguien mantenerse centrado en lo bueno y cultivar “buena energía” cuando todo alrededor es una mierda y siente que se ahoga? Y lo más grave de todo es no poder expresarlo porque sientes que estás siendo negativo y estas dando “mala vibra” a los que te rodean, lo cual se resume a que te niegas el permiso de sentir emociones que no van de acuerdo con lo que la sociedad espera de ti o que incluso tú mismo no esperas de ti porque te habías definido como una persona “optimista”.


Es fácil caer en la trampa del optimismo excesivo porque los medios nos refuerzan este ideal, las redes sociales nos bombardean día y noche con imágenes y frases de cómo vivir una vida feliz y plena. Pareciera que nadie tiene que hacer ningún esfuerzo para vivir una vida perfecta, al parecer todos viven en el paraíso.


La realidad de esto es que luchar con el hecho de enfrentar la adversidad y evitar tomar contacto con las emociones incómodas y difíciles nos aleja cada vez más de aprender de estas situaciones y nos envuelve en un círculo vicioso que nos conduce siempre a la misma experiencia. Porque seamos sinceros, si cometí un error y no aprendí nada de esta situación, es muy probable que se vuelva a repetir, y si mi posición vuelve a ser la misma, sería muy difícil esperar un resultado diferente. Al final, la frustración nos inunda y es en ese preciso momento donde nos volvemos vulnerables a un espiral que nos puede llevar a la depresión.

"No tomar contacto con la incomodidad, el desespero y el sufrimiento solo va a lograr que más adelante la caída sea más fuerte."

Cultivar la capacidad de abrirnos y abrazar todas las emociones que sentimos nos abre la puerta al auto descubrimiento y, por ende, al crecimiento. Si aprendemos a identificar lo que nos está pasando en el momento en que sentimos una emoción con la cual nunca habíamos interactuado y en vez de suprimirla le damos espacio para que se exprese y la recibimos como una parte más de nosotros mismos, llegará un momento en que ésta se vuelva tan familiar que ya no vamos a luchar contra ella sino que la vamos a utilizar como herramienta de cambio y fortaleza. ¿Qué tal si cambiamos el tan famoso “let it go”, por un ‘let it be”? Que las emociones y las situaciones sean experimentadas crudas, sin filtro, así como vienen, sin necesidad de censura, de ser cambiadas y sin tratar de deshacernos de ellas a toda costa. No será fácil, puede que sea lento y doloroso, pero al final queda la satisfacción, ahí sí, de vivir plenamente.

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